miércoles, 21 de agosto de 2013

Carta a José María Conget

Sobre tu "La mujer que vigila los Vermeer".


Maestro:

Hay cosas que uno no se explica: cómo no hay un escándalo liado entre los críticos con tu libro... Estoy hijoputamente conmovido, porque, no sé si se lo he dicho, pero yo también escribo, y cuando uno se encuentra con unos relatazos como éstos: lo primero es decirse "lo dejo", de verdad, tu libro es una maravilla desde todos los puntos de vista:

El fárragoconget es más exacto y arrollador que nunca, la acidez es corrosiva y demoledora, la sensibilidad y la ironía son aire permanente, la tensión emociona hasta la lágrima... Sí, he llorado, perdona la mariconada, con tu autobiografía cinedependiente, quizá porque conocía alguna debilidad personal tuya en los últimos tiempos, con los Vermeer el retrato racional del amor y el fracaso... Sin palabras. En "No Calls..." he llorado de risa porque has cogido los tópicos de esos culturetas que somos todos y nos has destruido... "Dos habitaciones", qué quieres que te diga...

Pero sobre todo --me decía una amiga que soy una cabrón leyendo porque no me gusta nada de lo que se publica nuevo--, sobre todo la exactitud en la palabra, el ritmo adecuado, ese monólogo interior que se va refrescando con la invitación a la participación del lector cíclica...

Rendido, caigo rendido, Ilma., siempre que me preguntan un autor actual digo tu nombre. A veces me pregunto si no lo hago por pedantería, porque te conozco y mantengo contacto y eres tan amable con la basura que te mando, pero cojo un libro tuyo y encuentro la respuesta, como me pasa con mi Carvajal, desde otro lado distinto...

Amargo, tu libro es amargo, esto es: lúcido.

Voy a colgar esto en algún sitio...