miércoles, 23 de julio de 2014

Herederos

HEREDEROS, "Huelva Información, 7-7-14



Tonto del todo no estoy; si yo trabajo un texto y usted gana dinero con él: salvo que yo se lo ceda, quiero mi parte. Hasta ahí llego y tengo clarísimo que, si esto se hereda, mis hijos deben cobrar por esa explotación. Comprendo que se contemple la integridad de la obra... Pero me pregunto: ¿no debería pagar el autor derechos de propiedad intelectual también a la sociedad que le vio nacer? Un escritor es fruto de su tiempo y usa una lengua que es patrimonio de todos, además de pertenecer a una tradición con la que dialoga y a la que debe una parte muy importante de su significado; de hecho un autor es leído cuando su obra adquiere cierta relevancia en esa tradición, sólo entonces cobra dinero por su trabajo. Yo no termino de entender por qué un matemático es "dueño" de un teorema, un químico de una fórmula o una farmacéutica de un compuesto... el mismo motivo por el que cobran justificaría que deban pagar a su vez. La copia privada no existe: es una argucia legal para cobrar, la difusión es la autopista del Arte, otra cosa es el negocio. No hay Arte sin difusión, esto llevaría a considerar las Bibliotecas como centros de delincuencia (y se ha intentado).
Cualquier investigador que trabaje sobre artistas con derechos de autor vigentes sabe el infierno que supone tratar con los herederos legales. Porque lo económico se hereda y la propiedad física de unos papeles también: ¿pero lo intelectual? ¿Mi hija sabe más de Literatura que un Catedrático por haber nacido en mi casa? Se puede ser hijo de Cervantes y ser un patán, la sangre sólo te permite ser un hijo de Góngora. Y lo que es peor, esa ignorancia puede poner en peligro un legado intelectual que es de todos: porque si Quevedo sólo perteneciera a una persona privada no generaría derechos, lo hace porque socialmente se ha convertido en un "autor".
Me duele que doblemos la cabeza ante un heredero, rindiendo obligada pleitesía porque si no nos negaría el uso. Me constan herederos que prohíben investigaciones con sus criterios, que proponen cómo editar los textos (a veces las obras las heredan dos personas peleadas entre sí), que retiran libros, cierran webs, todo con equipos de abogados que amenazan con pleitos... Esto es censura y, mientras, el erario público gastando fortunas en la promoción y en la protección de esos legados: privados para la ganancia y la gestión, públicos para su financiación.
El Ministro tiene una tarea valiente. Que cobren lo que legalmente les pertenece y que se sometan a las universidades públicas; y el acceso a las Obras debe ser libre, salvo documentos de índole privada, y para quien no quiera: tenemos la expropiación. Al autor lo que es del autor y a la sociedad lo que es de la sociedad.

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