Cuando
IU pactó con el PSOE de Griñán y entró en su Gobierno critiqué
duramente esa posición; fue un error político y estratégico, a las
pruebas en Andalucía me remito. No sé qué está pasando en Podemos
pero, por momentos, parece que puedan cometer el mismo error. Los que
hemos visto funcionar en las instituciones al PSOE sabemos que tiene
una militancia admirable e ideologizada pero que quienes llegan a los
cargos lo hacen por movimientos internos de grupos de presión,
familias, intereses espurios, cuando no por corrupción pura y dura
(44 familiares he oído en la radio que le achacan al presunto
inocente Javier Guerrero en una sola jugada); ya sé que pagan justos
por pecadores, pero es lo que tiene albergar tantos pecadores en la
familia... No quiero recordar el boicot que el propio partido hizo a
Parralo como alcaldable, por no venir controlada por el "number
one" de Huelva y saber leer.
Lamento
decir esto como hombre de izquierdas que soy, pero gobernar con el
PSOE andaluz (el español ha perdido mucho fuelle y por tanto poder)
es como gobernar con ese PP considerado por algún juez como una
maquinaria delictiva; me dan arcadas las grabaciones valencianas
pidiendo cambiar la hora de un partido de fútbol por la boda de una
hija, nivel-cortijo. Si Podemos o Ciudadanos se dejaran abrazar por
este sentimental llamamiento ("Yo soy tu padre", dijo
Anakin), morirían abrasados por el lado oscuro. De ser yo votante de
estos partidos nuevos, me resultaría indistinto que invistieran como
Presidente a Rajoy o a Sánchez, porque lo mejor para España (no
para estrategias de cargos o experimentos políticos) sería que los
hicieran gobernar en minoría obligándoles a pactar diariamente con
el demonio incluso, hasta dónde pudieran llegar, y después aquí
paz y después elecciones.
No se trata del "ere" de FCC
o lo de Abengoa, del incremento del paro, del déficit del Estado
español tras las elecciones (nivel-cortijo otra vez), toda esa
basura es la misma, lo diferente es la calidad de la misma: estamos
en una situación crucial, no se puede arreglar esta economía porque
funciona así, su esencia es corrupta, la decisión es promover un
cambio estructural lento pero claro, porque este barco se va a pique,
se augura otro colapso financiero pronto. Estamos en mitad de una
revolución en apariencia menos cruenta que otras, pero gobernar con
éstos (por el bien de España) es una falacia que sólo dará aire a
los que creen que las reformas laborales son necesarias, que la
presión fiscal es justa, que el modelo productivo no puede ser otro,
que la enseñanza o la sanidad públicas son asistenciales (en favor
de la excelencia privada) y que los valores de sociedad tradicional
del cardenal Tarcisio Bertone (200.000 pavos del hospital infantil
Bambino Gesù para reformar su ático de 600 m. en lo mejor de Roma)
se resumen en una chicotá.
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