Yo
no me lo creo. Hace ya casi dos años que recurro a vaciarme aquí
los lunes; ya puedo empezar con algunos: "Te lo dije".
Pronostiqué que los indicadores económicos mejorarían con la
llegada de las elecciones, eso era tan previsible como que el (los)
Gobierno(s) aflojarían la buchaca sin importarles los motivos que
les llevaron a la racanería. Me he tragado un Telediario de nuestra
La 1 viendo a la Ministra sanjuanera exponer sus triunfos de 385.000
contratos nuevos y no sé qué cambios de tendencias y crecimientos,
y sólo al final, en un momentillo de nada, sin imágenes ni gráficos
han dicho que 300.000 de esos contratos son temporales (200.000 en
servicios, país de bares). Nada de los sueldos.
El
futuro está aquí. Se escribe así: 35% de excluidos sociales,
sometidos a extrarradios marginales sin apenas participación de la
democracia; un 10% de la población que se lleva casi la mitad de la
riqueza del país y 1% que se adjudica un cuarto de esa riqueza; nos
queda otro cuarto de la producción para el 54% de la población que
componen la clase media y el precariado ("Masa
creciente de ciudadanos
unidos por la inseguridad económica, la incertidumbre laboral y la
pérdida de derechos"), prácticamente funcionarios, falsos
autónomos y empleados.
En
realidad ésta es la descripción de la estructura social
norteamericana, a la cual nos parecemos ya rabiosamente. Esta
"normalidad" (en palabra de nuestro Presidente "normal")
no es más que la consolidación de la injusticia social empleada
como única vía posible para mantener una supuesta estabilidad
social que, a la vista está, sólo beneficia a uno de cada diez
ciudadanos. Aunque el fondo es el mismo de siempre: avaricia y
egoísmo, políticamente se ha hecho necesario un rearme ideológico
de la izquierda, porque no valen las antiguas estrategias, no voy a
insistir en la necesidad de nuevas ideas; los que no las necesitan
son los que están contentos con lo que hay y como está, que eso es
el conservadurismo por definición: Marx advertía que el miedo al
cambio hace al ser humano conservador, justificador de la posición
dominante.
Me
asustan éstos al margen de la Ley, imprevisibles y violentos,
ignorantes de los Derechos propios y ajenos; el gueto donde la
tradición más cruel impone su fuerza (de tatuaje y gimnasio); los
tenemos en todas las ciudades y las administraciones los asumen como
excrecencias sin remedio de nuestro cuerpo social. Me asusta esta
clase media aburguesada, alimentada y drogada con los placeres
muelles del viaje de mentira (turismo) y la cultura falsa
(entretenimiento) hasta la indiferencia. Me asusta esta élite
merkeliana (Mariano no existe), putinesca, mercadófila, sobre la que
se cierne la sombra de otro Bush o (dónde carajo está Dios) Donald
Trump. Vayan al cine pero ¿verán una distopía más chunga que
ésta?
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