lunes, 4 de julio de 2016

El futuro está aquí, 27-7-15

Yo no me lo creo. Hace ya casi dos años que recurro a vaciarme aquí los lunes; ya puedo empezar con algunos: "Te lo dije". Pronostiqué que los indicadores económicos mejorarían con la llegada de las elecciones, eso era tan previsible como que el (los) Gobierno(s) aflojarían la buchaca sin importarles los motivos que les llevaron a la racanería. Me he tragado un Telediario de nuestra La 1 viendo a la Ministra sanjuanera exponer sus triunfos de 385.000 contratos nuevos y no sé qué cambios de tendencias y crecimientos, y sólo al final, en un momentillo de nada, sin imágenes ni gráficos han dicho que 300.000 de esos contratos son temporales (200.000 en servicios, país de bares). Nada de los sueldos.
El futuro está aquí. Se escribe así: 35% de excluidos sociales, sometidos a extrarradios marginales sin apenas participación de la democracia; un 10% de la población que se lleva casi la mitad de la riqueza del país y 1% que se adjudica un cuarto de esa riqueza; nos queda otro cuarto de la producción para el 54% de la población que componen la clase media y el precariado ("Masa creciente de ciudadanos unidos por la inseguridad económica, la incertidumbre laboral y la pérdida de derechos"), prácticamente funcionarios, falsos autónomos y empleados.
En realidad ésta es la descripción de la estructura social norteamericana, a la cual nos parecemos ya rabiosamente. Esta "normalidad" (en palabra de nuestro Presidente "normal") no es más que la consolidación de la injusticia social empleada como única vía posible para mantener una supuesta estabilidad social que, a la vista está, sólo beneficia a uno de cada diez ciudadanos. Aunque el fondo es el mismo de siempre: avaricia y egoísmo, políticamente se ha hecho necesario un rearme ideológico de la izquierda, porque no valen las antiguas estrategias, no voy a insistir en la necesidad de nuevas ideas; los que no las necesitan son los que están contentos con lo que hay y como está, que eso es el conservadurismo por definición: Marx advertía que el miedo al cambio hace al ser humano conservador, justificador de la posición dominante.

Me asustan éstos al margen de la Ley, imprevisibles y violentos, ignorantes de los Derechos propios y ajenos; el gueto donde la tradición más cruel impone su fuerza (de tatuaje y gimnasio); los tenemos en todas las ciudades y las administraciones los asumen como excrecencias sin remedio de nuestro cuerpo social. Me asusta esta clase media aburguesada, alimentada y drogada con los placeres muelles del viaje de mentira (turismo) y la cultura falsa (entretenimiento) hasta la indiferencia. Me asusta esta élite merkeliana (Mariano no existe), putinesca, mercadófila, sobre la que se cierne la sombra de otro Bush o (dónde carajo está Dios) Donald Trump. Vayan al cine pero ¿verán una distopía más chunga que ésta?

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