lunes, 4 de julio de 2016

Impresiones, 2-11-15

Tengo un compañero que ha sufrido un cáncer en un hijo. Lo digo así, porque sólo alcanzo a imaginar, por fortuna mía, que debe ser lo más parecido a sufrirlo doblemente; la criatura es nuestra prolongación. Y este compañero se ha pateado la Planta de Oncología Pediátrica del Virgen del Rocío milímetro a milímetro empapándose de dolor e impresiones. Su perspectiva es buena pero esta huella le compromete. Pongamos que es un jueves de un octubre y que habla con alguien responsable: los números de la provincia de Huelva y de Sevilla son similares y los de la capital en año y medio duplican a los de la hispalense. Me pregunta cómo es que en Huelva no se tiene esta impresión de que en la planta hay más chavalería de nuestra provincia que de ningún sitio. Esta sensación de prevalencia asusta porque, no siendo númerica, proporcionalmente podemos pensar que algo pasa aquí que no ocurre en otros sitios.
Todos conocemos casos de cáncer en familiares mayores o en gente floreando la vida, es una impresión que todos tenemos, algo que pasa en Huelva corroborado en informes del CSIC aunque, casualmente, siempre al orearse aparece un contrainforme diciendo lo contrario con los mismos datos, casualmente. No obstante, lo de los niños es distinto; no han tenido tiempo de acumular excesos o imprudencias con que maquillar estadísticas, tanto dolor gratuito tiene que tener causas y responsables. ¿Cómo podemos dormir sobre un colchón pagado con esos dineros? Pero éstas son sólo impresiones...
Sumando impresiones, uno puede llegar a preguntarse si no habrá quien maneje la información interesadamente; no hablo de ocultar ni de mentir, pero dejar pasar los datos, decir que se está investigando y que se exige el cumplimiento de la Normativa —faltaría más—, o hablar de transparencia sin aclarar hasta dónde... ha servido para cumplir medio siglo de tropelías ambientales con funestas consecuencias. Yo no estoy contra la industria, sino contra quienes ponen por delante de nuestra salud —la de nuestros hijos— el beneficio económico. No contaminar o hacerlo de forma ordenada habría disminuido los pingües beneficios de las grandes corporaciones, jugar a despistar genera los huecos necesarios para obtener réditos desaforados. CCOO, UGT, PP y PSOE no han colaborado con la industria contaminante en Huelva, no, pero salían beneficiados de la postura conservadora de no menear este problema. Ahí están los fosfoyesos.

El resultado se llama enfermedades respiratorias, cáncer, degradación ambiental, contaminación de la cadena trófica, bonita experiencia para varias generaciones condenadas. No sé si la impresión de mi compañero sobre la incidencia del cáncer en nuestros hijos, en Huelva, es correcta, pero creo que ahora es el turno de hablar claro para el Alcalde, el Consejero, la Presidenta, el Presidente, el Rey o que venga Dios y lo vea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario